martes, 4 de octubre de 2016

Ni tiempos mejores, ni tiempos peores, simplemente diferentes

Con 23 años que tengo, creo ser de una generación intermedia. Mi infancia fue con muñecas y no con celulares. La computadora se usaba como distracción no como un vicio y solo cuando terminaba de hacer los deberes del colegio.  Ya en la secundaria reconozco que el celular lo llevaba a todos lados y la computadora era muy útil para todo. Hoy en día soy de las personas que usa las redes sociales y el celular. Me gusta estar comunicada, actualizada, de hecho creo que nadie seria periodista en estos tiempos si no tuviese alguna red social, ya que hoy en día la sociedad se volvió consumista y hasta a veces dependiente de un celular, de una computadora, de la tecnología misma.

Los tiempos cambiaron,algunos creen que para bien y otros para mal, es el caso del profesor uruguayo Leonardo Haberkorn, quien escribió una carta renunciando quizás por un tiempo o para siempre, a la docencia y reconoce que el motivo fue por cansancio: "Me cansé de pelear contra los celulares, contra WhatsApp y Facebook. Me ganaron. Me rindo. Tiro la toalla”. “Me cansé de estar hablando de asuntos que a mí me apasionan ante muchachos que no pueden despegar la vista de un teléfono que no cesa de recibir selfies”.  Pero yo me pregunto: si uno ama lo que hace ¿tan fácil se puede rendir?, ¿por qué no encontrarle una solución al problema?, ¿por qué no hacer una clase que capte la atención de los alumnos?.

Hace dos años atrás comenzaba a estudiar periodismo deportivo, una carrera que me encanta pero no por eso quiere decir que me gusten todas las materias que tiene esta profesión. En el primer año tuvimos una materia que ya de solo nombrarla parecía aburrida: “Corrientes del pensamiento contemporáneo”, cuando vi al profesor, suponía que iba a dormirme en todas sus clases y como iba a hacer para aprobarla. Me equivoque. Como enseñanza, además de aprender y hasta hoy en día recordar muchos de los trabajos que nos hacia hacer, me dejó bien en claro que si un profesor quiere llegar al alumno y captar su atención, sabe y puede hacerlo siempre y cuando ame su profesión. Sus clases eran muy entretenidas y adaptadas a gente de toda edad, mostrando contenidos de actualidad se podía enseñar una materia.

También soy consciente que no debe ser fácil cuando de generaciones se trata, ponerse de acuerdo en muchos aspectos. Pero si hay que adaptarse, lo que este profesor no supo hacer, adaptarse a sus alumnos, a los tiempos cambiados, ni mejor, ni peor simplemente diferentes.

Cada día que pasa pienso y afirmo cuanta verdad tiene esta frase: “El mundo necesita de gente que ame lo que hace” y si Leonardo Haberkorn amaría su profesión, jamás la hubiese dejado. 

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